Enseguida nos dimos cuenta de que cuando llueve, es torrencial y el agua se escurre más rápido de lo que se ve. Esto se debe a que la tierra ha sido maltratada durante años por la ganadería y el cultivo incorrecto del suelo. Los cerdos y las ovejas se lo comían todo; los árboles jóvenes no tenían ninguna oportunidad. Y por último, pero no por ello menos importante, la tierra se aró justo antes del verano para evitar que la poca hierba seca se incendiara. La tierra abierta se calienta muy rápidamente y alcanza temperaturas entre dos y tres veces superiores a las de la tierra cubierta de maleza. En nuestro caso, la hierba pequeña, los cardos y otras plantas herbáceas que crecían se dejaron reposar hasta que se volvieron marrones. Luego se cortaron con una desbrozadora inalámbrica que habíamos comprado especialmente y se dejaron como mantillo para favorecer la formación de una capa de humus.